Depresión en los adolescentes

Actualizado 29 septiembre, 2024 Por liliana

Los adolescentes con depresión suelen mostrar una variedad de comportamientos que pueden variar en severidad e intensidad. Estos cambios pueden ser sutiles o drásticos y pueden incluir:

Aislamiento social: Los adolescentes deprimidos tienden a distanciarse de sus amigos, familia y actividades que antes disfrutaban. El aislamiento es una señal común de que están lidiando con emociones difíciles.

Cambios de humor: Es común que tengan episodios de irritabilidad, tristeza profunda o desesperanza. A menudo, el estado de ánimo fluctúa y puede manifestarse como enojo o frustración sin una causa clara.

Problemas de sueño: Los adolescentes con depresión pueden tener problemas para dormir (insomnio) o dormir en exceso (hipersomnia). Estos cambios en los patrones de sueño son un signo clave de desequilibrio emocional.

Bajo rendimiento escolar: La depresión afecta la capacidad de concentración y motivación, lo que puede resultar en un descenso en las calificaciones o una falta de interés en las actividades escolares.

Cambios en el apetito: Puede haber un aumento o disminución significativa en el apetito, lo que puede llevar a cambios en el peso.

Falta de energía o fatiga: Los adolescentes pueden sentirse cansados constantemente, incluso si no han hecho actividad física intensa. Esta falta de energía es un síntoma común de depresión.

Sentimientos de inutilidad o culpa: A menudo, los adolescentes deprimidos se sienten inútiles o tienen una autoestima extremadamente baja. También pueden experimentar sentimientos de culpa desproporcionados.

Pensamientos de muerte o suicidio: En casos graves, pueden tener pensamientos recurrentes sobre la muerte o el suicidio. Estos pensamientos deben tomarse muy en serio y buscar ayuda inmediata.

Comportamientos autodestructivos: Algunos adolescentes recurren a conductas de autolesión (como cortarse) como una forma de lidiar con el dolor emocional. Liliana Szapiro, doctora en psicología, investigadora de la UBA e integrante del programa de la Facultad de Psicología de esa universidad en el Hospital de Clínicas agrega:  La vuelta a la presencialidad tuvo una incidencia grande y fue un elemento desencadenante. Había que volver a conectarse con los otros ‘reales’ y en muchos casos eso generó una ansiedad enorme, insuperable, y un profundo sentimiento de indignidad, de sentirse poca cosa, de pensar que no iban a poder responder en la escuela, frente a otros y ante situaciones que se volvieron terriblemente persecutorias. En ese contexto, dice la psicoanalista, la única “salida” posible que se vislumbra para muchos es la muerte.

CONSEJOS PARA TRATAR EL TEMA

Estas son algunas sugerencias de las y los especialistas en salud mental para abordar la problemática de la ideación y los intentos de suicidio en niñas, niños y adolescentes:

– Conocer las señales de alerta de la depresión: Algunas de ellas son las que hemos mencionado antes. Es muy importante poder escuchar lo que dicen los chicos y dar importancia cuando verbalizan que no se sienten bien en el colegio o cuando pasan muchas horas en la pantalla, porque puede ser una forma de evasión. Muchas veces los jovenes no tienen la capacidad de expresar verbalmente lo que les sucede y esto se observa a través de la conducta.
– No minimizar: ante algo que nos llama la atención, consultar con un profesional. Tampoco quitarle importancia a conductas por el temor a ser exagerados. “Por ejemplo, siempre hay que consultar cuando los niños dicen ‘no quiero vivir más’, ya que muchas veces existe un riesgo de pasaje al acto”, señala Szapiro, que es presidenta de la fundación Proyecto Asistir.
– Buscar ayuda de profesionales capacitados: se sugiere siempre recurrir a los que están formados en la atención a niñas, niños y adolescentes y, específicamente, en depresión y otros padecimientos psíquicos asociados. También es clave pedir ayuda ante las primeras señales de alarma y no esperar. La Fundación Proyecto Asistir ofrece ayuda especializada sobre el tema a través de tratamientos psicoterapéuticos llevados adelante por terapeutas con más de cuarenta años de atención a adolescentes.

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