Actualizado 7 septiembre, 2022 Por Fundación Proyecto Asistir
En las entrevistas de evaluación y seguimiento para la cirugía bariátrica nos encontramos con pacientes desmoralizados. Sienten que después de tantos fracasos en tratamientos nutricionales, la cirugía es la única solución para adelgazar y poder sostener un peso saludable a lo largo del tiempo.
Sabemos que el bisturí reconfigura el estómago, ¿pero qué sucederá con los hábitos? En las entrevistas lo que se observa es que los pacientes manifiestan dificultad para interrogarse su compulsión a comer.
La sociedad actual, se caracteriza por rápidos y constantes avances tecnológicos y ofrece una variedad infinita de objetos de consumo, entre los cuales se encuentra el alimento. El obeso parecería quedar entrampado en una satisfacción pulsional inmediata, de tipo adictiva. Hay momentos en los que devora, en poco tiempo, mucha comida, son momentos de crisis, en el que apenas puede parar antes de que la comida termine o se sienta incómodamente lleno. Estos momentos merecen una especial atención. Aquí las conductas son impulsivas. Prima la avidez y el descontrol. Como si en esos momentos el sujeto quedaría suspendido y no pudiera pensar. Allí no hay placer, sino sensación de vacío y dolor psíquico.
El rol del psicoanalista en este trabajo de seguimiento es poder ayudar al paciente a que pueda simbolizar esos momentos e identificar el vínculo mortal con la comida. Vínculo que para cada paciente será diferente y estará atravesado por su historia familiar. Podemos concluir que si este trabajo de simbolización no se realiza las conductas impulsivas podrían obstaculizar el trabajo de cambios de hábitos y restricciones que una cirugía de este tipo requiere y llevarían al paciente una vez más a sentir que han fracasado.
Lic: María Fernanda Fioranelli
Fundacion Proyecto Asistir