Quien padece de “ataques de pánico” siente que “eso me pasa”, pero no hay nada para decir ahí. En principio esto aparece como algo totalmente des implicado de la subjetividad. El pánico no es mucha angustia, ni siquiera su desborde, ya que la angustia supone una subjetividad que o bien la padece automáticamente, o bien elabora una señal que logra la puesta en forma del aparato discursivo que intenta vérselas con el goce. En este fenómeno se trata de un intenso sentimiento de desamparo que se traduce en angustia automática, arrasadora, como afluencia de excitaciones que el yo es incapaz de dominar. El sujeto ubicado desde afuera, asiste desamparado a la cita del fenómeno, se recupera después y en este a posteriori intentará darle un sentido, muchas veces con el concurso de la angustia, ahora posible. Consideramos que este es el momento en que el dispositivo analítico puede comenzar a actuar.
Es por eso que proponemos una terapéutica que posibilite fortalecer al sujeto para que pueda hablar de las coyunturas que lo llevaron a padecer el » ataque de pánico» y posibilitar que este no se repita la poder elaborar las determinaciones psíquicas que lo generaron.
Contamos con más de cuarenta años de experiencia en la cura de estas dolencias.